Qué hacer en Provenza

Visitar Marsella es como viajar a través de los siglos. En el Mucem, aprenderás todo sobre las civilizaciones mediterráneas antes de descubrir los frescos submarinos reconstruidos de la Gruta Cosquer, en la Villa Méditerranée. A continuación, embarca para ir al mítico Castillo de If, en las islas de Frioul, que se hizo famoso gracias a El conde de Montecristo, la obra maestra de Alejandro Dumas. Entre otras visitas imprescindibles, destaca la basílica de Notre-Dame-de-la-Garde, que domina la ciudad de Marsella y el Vieux-Port. Desde el puerto, enfila la Canebière, una avenida señorial próxima a la Ópera y pasea por el barrio Le Panier, con sus callecitas en cuestas, con simpáticos cafés y llena de grafitis.

Les Baux de Provence, Eyguières, Maussanne, Mouriès... En los Alpilles, los pueblos con un encanto atemporal se extienden por la garriga, pero este territorio preservado, situado al norte de Aix-en-Provence, alberga otro tesoro: la aceituna de Provenza. Dirígete al valle de Les Baux-de-Provence para visitar uno de los numerosos molinos en funcionamiento y degustar los aceites con la denominación de origen protegida (AOP en francés).

Si te gusta la cultura... y los monumentos históricos, no te pierdas el teatro antiguo de Orange para asistir a las Chorégies, uno de los grandes festivales de ópera del verano, creado hace más de 150 años. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, este vestigio romano ofrece una acústica perfecta. Emociones garantizadas... ¿Prefieres el teatro a la ópera? Entonces acércate al patio de honor del Palacio de los Papas de Aviñón, que se transforma en escenario teatral durante el Festival de Aviñón, una cita ineludible para los amantes de las artes escénicas. Si visitas este monumento de estilo gótico, descubrirás salas de audiencias, capillas y salones de aparato decorados con frescos de vivos colores.

Si las playas de las islas de Hyères se consideran joyas del mar Mediterráneo, sus aguas (en su mayoría) turquesas merecen igualmente ser exploradas... Constituyen una parte importante del Parque Nacional de Port-Cros y Porquerolles, donde la pesca y el buceo están regulados. Solo tienes que ponerse unas gafas de buceo, una tuba y unas aletas antes de adentrarte en este acuario natural, donde no es raro observar salmonetes, doradas, meros y barracudas... También se ha habilitado un sendero submarino señalizado para descubrir la fauna y la flora submarinas.

Marseilleveyre, Sormiou, Morgiou, Sugiton, En-Vau, Port-Pin… Cada una de las calas que salpican la costa entre Marsella y Cassis tiene su propia belleza y personalidad. Pero ¿cuál será tu favorita? Para descubrirlo, puedes recorrer los escarpados senderos del Parque Nacional de las Calanques —siempre con la premisa de no dejar rastro— o dejarte llevar por un momento zen en una ruta de paddle surf, contemplando estas magníficas ensenadas naturales entre las aguas cristalinas del Mediterráneo y los imponentes acantilados. Sea cual sea tu elección, ¡cuídalas!

Fue en Arlés, en el corazón de la Provenza, donde Vincent Van Gogh residió y realizó sus obras más destacadas entre 1888 y 1889. Después de visitar la arena romana, sumérgete en la obra visionaria de una de las figuras artísticas del siglo XIX en la Fundación Van Gogh antes de recorrer las exposiciones del centro de arte contemporáneo Luma Arles. El paseo tras las huellas del genio holandés continúa en el monasterio Saint-Paul de Mausole, en Saint-Rémy de Provence, donde Van Gogh estuvo internado.

Côtes de Provence, Coteaux d’Aix, Bandol, Cassis, sin olvidar el inigualable Châteauneuf-du-Pape... La Provenza y el sur del valle del Ródano ofrecen una gran variedad de viñedos con denominaciones de origen reconocidas internacionalmente. Visitas a bodegas, catas con un sumiller o paseos en bicicleta por los viñedos: recorremos las rutas del vino de Provenza para descubrir rosados aromáticos, blancos delicadamente afrutados y tintos con carácter.

Los romanos ya perfumaban su ropa con ella... En Provenza, la lavanda prospera en gran parte de su territorio. Hay varias rutas que recorren los campos, siguiendo la floración. A principios de julio, la meseta de Valensole se cubre de violeta, un regalo para la vista... y el olfato. Aprovecha para visitar las destilerías, participar en un taller (para conocer la diferencia entre lavanda y lavandín) y no te pierdas las fiestas de la lavanda, como las de Digne-les-Bains.

Primero ciudad de pintores y luego refugio de estrellas de cine, Saint-Tropez no ha perdido su alma artística... ni su gran sentido de la fiesta. Nos encanta sentarnos a la mesa en Sénéquier (para degustar una porción de Tarta Tropézienne), jugar a la petanca en la Place des Lices, admirar la puesta de sol desde la ciudadela, observar los barcos atracar en el puerto al final del día, nadar en Pampelonne o en la playa de Les Canoubiers y, por supuesto, bailar en la arena o en Le Caves du Roy, el popular club del hotel Le Byblos.

En Provenza, cada ciudad o pueblo tiene su mercado, una parada obligatoria para los amantes de la buena mesa y los productos locales llenos de aromas y sol. Te damos algunas ideas de especialidades locales que puedes encontrar en los mercados provenzales: trufas en Carpentras, flores en Aix-en-Provence, pescado en el Vieux-Port de Marsella, frutas y verduras en Cassis, Apt o Saint-Rémy-de-Provence, uvas moscatel en Vaison-la-Romaine.

No hay nada como un descenso en canoa para descubrir el Sorgue, un río de aguas cristalinas que serpentea entre pueblos y paisajes bucólicos. Desde su nacimiento, en Fontaine-de-Vaucluse, hasta L'Isle-sur-la-Sorgue, famosa por sus anticuarios, nos dejamos llevar por la corriente. Una experiencia refrescante en los calurosos días de verano.

El Parque Natural regional del Luberon está repleto de pueblos medievales: Bonnieux, Lourmarin, Lacoste, Ménerbes o Gordes, cerca de la abadía de Sénanque. Es agradable pasear por sus tranquilas callejuelas a la hora de la siesta y hacer una parada en una terraza con vistas a las llanuras de olivos antes de adentrarse en los Ocres del Luberon. Entre el Sentier des Ocres en Roussillon y el Colorado provenzal, en Rustrel, estos cañones de tonos rojos y anaranjados nos transportan a otros mundos.

En Aix-en-Provence, es imposible no cruzarse con la sombra de Paul Cézanne, figura destacada del arte moderno. En el casco antiguo de Aix, el museo Granet expone parte de su obra, pero es en el taller de Lauves, al norte de la ciudad, donde más se siente la presencia del artista. Desde la bastida de Jas de Bouffan hasta las canteras de Bibémus, pasando por la montaña Sainte-Victoire, se suceden los paisajes que inspiraron a Cézanne. Si te queda tiempo, pasea por las calles del casco antiguo y visita la catedral de Saint-Sauveur, de estilo románico, gótico y barroco.

Lejos de las multitudes, el macizo de Sainte-Baume revela un bosque milenario en pleno corazón de la Provenza. Entre hayas, tejos y encinas, el ritmo se vuelve pausado y uno puede iniciarse en la silvoterapia durante una salida guiada. Una actividad en plena naturaleza, ideal para los viajeros que buscan autenticidad y desean recargar energías.

En el corazón de los Alpilles, las Carrières des Lumières crean un diálogo entre el arte y la tecnología con exposiciones inmersivas dedicadas a maestros como Dalí, Monet o Chagall, proyectadas sobre enormes paredes de piedra caliza. Prolonga tu visita paseando por las callejuelas de Les Baux-de-Provence, una joya encaramada en un espolón rocoso clasificado como uno de los Pueblos más Bonitos de Francia.

En el espectacular marco de las gargantas del Verdon, el lago de Sainte-Croix ofrece un terreno de juego ideal para los amantes de las actividades de emociones fuertes. Olvídate del baño, el paddle surf o el piragüismo y prueba el e-foil, una tabla de surf eléctrica que te dará la sensación de volar sobre el agua. Otra forma de descubrir el cañón más grande de Europa, una de las grandes  bellezas de la región.

¿Qué tal si redescubrimos la Côte Bleue a paso ligero? Entre acantilados calcáreos y calas secretas, el recorrido de la carrera Carro-Carry sigue la costa mediterránea desde Martigues hasta Carry-le-Rouet, pasando por el bonito pueblo de Sausset-les-Pins. Para volver, tomamos el tren de la Côte Bleue, con espectaculares vistas al mar.

Nada evoca mejor la Camarga que un paseo a caballo por sus paisajes salvajes y encantadores. Entre marismas, estanques y playas inmensas, nos encontramos con toros negros, flamencos rosados y salicornias no muy lejos de Saintes-Maries-de-la-Mer.

¿El Mediterráneo está demasiado caliente o salado? Dirígete al interior de la Provenza para disfrutar de un baño en plena naturaleza. Espectacular cascada en Sillans-la-Cascade, piscinas naturales en Vallon des Carmes o manantiales del Huveaune. Lugares para refrescarse entre acantilados y bosques.

Con sus 1.910 metros, el monte Ventoux es una leyenda para los ciclistas y los amantes de los retos deportivos. Símbolo del Tour de Francia, su cima ofrece paisajes lunares y panorámicas infinitas, accesibles también en bicicleta eléctrica. Para calentar, se puede recorrer la Provenza por la ViaRhôna o la Méditerranée à Vélo.