Provenza

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Les Baux-de-Provence
© Max Labeille / Istock - Les Baux-de-Provence, en Provenza

Con el Mediterráneo en el horizonte y la garriga y las montañas de fondo, la Provenza ofrece mil experiencias diferentes, ya sea por sus embriagadores aromas, sus pintorescos pueblos o sus deslumbrantes ciudades patrimoniales.

Solo con pronunciar la palabra Provenza, un aire de verano se difunde en el aire con aromas de lavanda y el canto de las cigarras. Se podría agregar el olor a aceite de oliva recién exprimido. O, en invierno, la magia de los copos de nieve en la montaña Sainte-Victoire. Porque venir a Provenza es disfrutar todo el año de una dulzura de vivir única. Y un arte de vivir que se expresa en cada rincón del paisaje, desde pueblos y ciudades históricas hasta montañas perfumadas pasando por espacios salvajes.

Lo esencial de tu estancia en la Provenza

Marsella, una ciudad frente al Mediterráneo

¿Y si ponemos primero rumbo a Marsella? Al llegar, debemos saludar a la "Bonne Mère", la Basílica de Nuestra Señora de la Guardia, que protege la ciudad desde lo alto de sus 160 metros. Vale la pena ver el interior, entre modelos de embarcaciones suspendidas como exvoto y mosaicos. Y en el exterior, se ofrecen impresionantes vistas de la ciudad, el mar y el puerto donde destaca el Mucem. Entre el antiguo Fort Saint-Jean y el moderno edificio hay una pasarela. Un símbolo de la vocación de este singular museo que une las civilizaciones del Mediterráneo.

Aix-en-Provence, al pie de la montaña Sainte-Victoire

En Aix-en-Provence, en una pausa entre compras en las elegantes boutiques, admiramos la riqueza arquitectónica de este "pequeño Versalles", entre el clasicismo de las mansiones y la elegancia barroca del ayuntamiento. Y seguimos los pasos del pintor Cézanne, nacido en Aix. En la colina de Lauves, su taller está abierto a los visitantes. No muy lejos, una explanada revela el panorama sublime sobre la Montaña Sainte Victoire, que lo inspiró en más de 80 obras suyas.

Les Baux-de-Provence y las Carrières de Lumières

En Les Baux-de-Provence, son los Alpilles los que sirven de decorado de uno de los pueblos encaramados más hermosos de la Provenza. Enclavada en la roca blanca, esta pequeña ciudad alberga una veintena de monumentos históricos a lo largo de sus calles empedradas, incluido su antiguo castillo. Muy cerca, no te pierdas las Carrières de Lumières, un espacio cultural dedicado a las exposiciones inmersivas en torno al arte.

Avignon, ciudad de los papas

En Aviñón, ¡volvemos al campo llano! La antigua ciudad Estado del Comtat Venaissin contempla en las aguas del Ródano su deslumbrante arquitectura creada por los Papas, clasificada en la Unesco. ¿Su mayor joya? ¡El Palacio de los Papas!, el palacio gótico más grande de Occidente, donde nueve papas se han sucedido a lo largo del siglo XIV. Es el patio de honor se creó en 1947 el famoso Festival de Avignon. Alrededor, 25 salas desvelan a los visitantes su fantásticas decoraciones, como los frescos de las capillas y los apartamentos del papa. Pero Avignon no sólo es la ciudad de los Papas...

Arte de vivir en la Provenza

¿Cómo sería el arte de vivir en la Provenza sin sus viñedos? Desde el puerto mediterráneo de Bandol, famoso por sus tintos profundos en Vaucluse, la tierra de los grandes vinos de Côtes du Rhône, como Châteauneuf-du-Pape, los circuitos del enoturismo son infinitos. Y en el camino, otros placeres se ofrecen a los viajeros: vivir la emoción de una ópera en el escenario del antiguo teatro de Orange o un itinerario por los aromas de Provenza con sus coloridos mercados.

Naturaleza con gran espectáculo.

Venir a Provenza también es sumergirte en espacios naturales excepcionales: subir en coche, a pie o en bicicleta como un ciclista del Tour de Francia, en el Mont Ventoux), el gigante de la Provenza (1.911 metros) o cruzando los paisajes espectaculares de las gargantas del Verdon, el cañón más grande de Europa tapizado de aguas color esmeralda... A menos que prefieras descubrir la Camarga y sus vastos espacios salvajes de tierra y agua donde pacen caballos blancos y toros en medio de flamencos rosas.

Manjares de la Provenza

La "douceur de vivre" en Provenza se declina en una infinidad de especialidades procedentes de una tierra rica en sabores. Comenzando con el aceite de oliva afrutado que compone junto con alcaparras y aceitunas la tapenade y las hierbas de la Provenza que aromatizan los platos. En Marsella, puedes probar la bouillabaisse, una emblemática sopa de pescado, y en Martigues, la poutargue, el "caviar" local, con huevos de salmonetes o atún rojo secos. Las verduras también componen platos bañados por el sol como la ratatouille, deliciosa con arroz de Camarga, o la sopa al pistou y su aroma a albahaca fresca, ajo y aceite de oliva. Se pueden comer crudos con anchoïade, salsa con anchoas, alcaparras y ajos, o hervir con bacalao y alioli (¡mayonesa de ajo!). Para el momento dulce, disfrutamos de fruta confitada, especialidad del país d'Apt,  o Calissons d'Aix, con sabores a almendra y azahar. En la Provenza, la vanguardia y el arte también se sirven en la plato.

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