Fotogénicos pueblos como Sarlat, Beynac-et-Cazenac, La Roque-Gageac... fortalezas medievales, una frondosa naturaleza y otros atractivos rincones del Périgord Negro en los que crear los mejores recuerdos. Sigue la guía.
Los valles de los ríos Dordoña y del Vézère albergan diversión para todas las edades y resultan idóneos para disfrutar de lo que realmente importa mientras se practica senderismo, BTT, escalada, recorridos en canoa, paseos en gabarras… Sin olvidar un valioso patrimonio histórico que demanda parada propia.
SARLAT Y LOS PUEBLOS MÁS BELLOS DE FRANCIA
El Périgord Negro tiene nueve localidades incluidas en el listado de Los Pueblos Más Bellos de Francia: Castelnaud, Saint-Amand de Coly, Saint-Léon-sur-Vézère, Belvès, Domme, Limeuil, Monpazier y, especialmente, Beynac-et-Cazenac y La Roque-Gageac, con sus casas de piedra dorada y tejados de piedra laja.
También es obligada la visita a Sarlat, declarada Ciudad de Arte y de Historia gracias a sus 65 edificios y monumentos protegidos. Esta joya única en Europa enamora siempre a la noche, cuando sus callejuelas históricas se iluminan cálidamente con farolas de gas.
Durante el verano no faltan planes para las familias, como el mercado de los miércoles o sábados, uno de los más bonitos del país para probar un menú típico compuesto de foie gras, confit de pato con patatas a la sarladesa, pastel de nueces, fresas y vino de la tierra.
ENTRA EN LA PREHISTORIA EN EL PÉRIGORD NEGRO
Viaja a los tiempos del hombre del Paleolítico Superior en el Centro Internacional del Arte Parietal (Lascaux IV), una espectacular réplica de la cueva descubierta en 1940. La proeza tecnológica y la información facilitada por audioguías y guías especializados, permiten disfrutar con realismo de las hermosas escenas de caza halladas en el emplazamiento original y sentir la misma temperatura y humedad de la cueva. Otras paradas de este viaje prehistórico por el valle del Vézère son el abrigo rocoso de Laugerie Basse y la cueva de Grand Roc, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Por Nuria Cortés
