Un agradable crucero fluvial en familia por el Canal du Nivernais, entre el Loira y el Sena

El Canal del Nivernais, que une el Loira y el Sena, en Borgoña, atraviesa paisajes vírgenes y es un remanso de paz que invita a la relajación. Cuando hace buen tiempo, puedes descubrirlo en barco, en un crucero. La bloguera Aurélie Borel navegó con su familia por el canal, desde la base náutica de Baye-Bazolles hasta las bóvedas de Collancelle, pasando por Châtillon-en-Bazois. Aquí comparte con nosotros sus experiencias y sus lugares favoritos.

Familiarizarse con la navegación

El punto de partida del crucero es el centro náutico Etang de Baye, en Bazolles, muy conocido por senderistas y pescadores. Aquí comienza la experiencia, con una iniciación a la navegación. Antes de lanzarte a la aventura, el equipo de Aquafluvial, una de las agencias de alquiler de embarcaciones del canal, te dará una breve explicación. El manejo de la embarcación es muy sencillo: un volante, un joystick y algunos mandos para encender las luces, la bomba de agua o el ventilador.

"La introducción fue bastante sencilla", explica Aurélie Borel, "aunque al principio dimos algunas vueltas en zigzag debido a la inercia del barco. Estábamos un poco estresados al empezar, pero al final nos divertimos mucho." Navegar es toda una experiencia, con sensaciones únicas. "Nos encantó enseguida. La lentitud, tan rara hoy en día, y el hecho de poder hacer descansos cuando quisiéramos. Sólo se necesitan cinco minutos para familiarizarse con el barco. Después, todo lo que tienes que hacer es mirar el paisaje... hasta que llegas a la primera esclusa", sonríe Aurélie Borel.

Atravesar una esclusa: una experiencia en sí misma

"¡Traspasar una esclusa es siempre un momento especial! La primera vez nos impresionó el sistema", comenta. "Para decirlo de forma sencilla, es como subir a un ascensor: hay que esperar a que se abra la puerta, entrar y esperar a que se cierre. El agua sube o baja, y entonces se abre la segunda puerta, que nos permite seguir nuestro camino. Es un momento mágico, y una oportunidad para charlar con los escluseros y los curiosos, que se detienen a vernos pasar".

Desconectar en plena naturaleza

"¡Cuando vives en un barco, vives fuera y tu relación con la naturaleza cambia inmediatamente! Es muy agradable dejarse llevar por esta navegación lenta, ver pasar los paisajes al ritmo del barco", explica Aurélie Borel. ¡Es una verdadera invitación a desconectar y volver a conectar con la naturaleza! Por la mañana, te despiertas con el canto de los pájaros y la vista de los conejos en la linde del bosque."

"Cargamos nuestras bicicletas en el barco. Durante nuestra escala en Châtillon-en-Bazois, nos permitieron descubrir el canal de otra manera, en compañía de la fauna local, más o menos salvaje. A nuestra hija le encantaron las gallinas y los caballos, que ya conocía; ¡le encantaron las garzas, que descubrió! Y volveremos por el martín pescador, un visitante habitual...".

Descubrir las bóvedas de La Collancelle

A medida que avanza el crucero, se descubren algunos lugares excepcionales. ¿El favorito de Aurélie Borel? Las bóvedas de La Collancelle, que deben su nombre al pueblo donde se encuentran. Están escondidas en el corazón de una vegetación exuberante. "Hay tres galerías sucesivas, cada una de varios cientos de metros de largo. Navegar bajo ellas es una experiencia extraordinaria. Entre las galerías hay un canal diferente. La vegetación que lo rodea es muy densa, lo que le ha valido el sobrenombre de Pequeño Amazonas. ¡Es sencillamente magnífico!"

Excavadas a partir de 1784 en el granito y el pórfido de la "montaña" de La Colancelle, las bóvedas permitían el paso del canal. En aquella época, no menos de 1.200 hombres trabajaron en la obra, creando una de las estructuras de ingeniería más notables de la región. Muy cerca se encuentra otro lugar excepcional: la asombrosa escalera de esclusas de Sardy, una espectacular escalinata de 16 esclusas.

Navegar por un canal vivo

Navegar por el Canal du Nivernais en Borgoña también significa conocer gente nueva. "El canal nos pareció muy animado", dice Aurélie Borel. "Con muchas pequeñas paradas para tomar algo o comer en lugares a la vez acogedores e insólitos", como el Bar à manger de la esclusa de Chavance, regentado por Stéphane, donde Aurélie recomienda parar porque "ofrece buenos productos locales a un precio razonable". Otro lugar estupendo es la Crêperie sur l'eau, en Châtillon-en-Bazois. Charlar con otros navegantes y escluseros le da un rostro humano al canal. Para descubrirlo, basta con dejar espacio a los encuentros fortuitos y a la magia del momento presente.

"Buscábamos cierta calma en este crucero fluvial. ¡Misión cumplida! Pero también nos sorprendió muy gratamente el ambiente acogedor", señala Aurélie Borel, refiriéndose a los maravillosos encuentros con los navegantes y los escluseros.

Es una forma estupenda de aprender a vivir en armonía con uno mismo, con el entorno y con los demás.

Cita en el Canal del Nivernais, en Borgoña