Qué hacer en Alsacia y Lorena

La catedral de Notre-Dame de Estrasburgo, obra maestra del arte gótico construida en piedra arenisca rosa, fascina por su increíble rosetón y sus coloridas vidrieras. En el interior, la luz que atraviesa las vidrieras ilumina la nave con una intensidad casi mística, mientras que el reloj astronómico atrae a los curiosos con sus autómatas animados.

Continúa descubriendo Estrasburgo bordeando el río Ill hasta llegar a la Petite France. Entre callejuelas empedradas, casas con entramado de madera que se reflejan en el agua y pintorescos canales, este barrio histórico de Estrasburgo, donde antaño vivían pescadores y curtidores, es una bonita invitación a pasear.

Capital navideña desde 1570, Estrasburgo se transforma cada invierno en un auténtico cuento de hadas. El gran abeto preside majestuosamente la plaza Kléber, iluminando las 300 casetas que se extienden hasta la plaza Broglie, donde el Christkindelsmärik, el mercado navideño más antiguo de Europa, sumerge a los visitantes en un ambiente cálido y tradicional. Paseando por las callejuelas, déjate seducir por los aromas de las especialidades alsacianas, pan de especias, bredele, mannele, Springerle, mientras descubres decoraciones artesanales, juguetes de madera y creaciones de vidrio soplado.

Praderas húmedas, bosques misteriosos, canales que conectan el Rin con el Ródano... La reserva natural regional de Ried de Sélestat se extiende sobre casi 2.000 hectáreas. Un espacio natural preservado, entre Estrasburgo y Colmar, para descubrir a tu ritmo, a bordo de un carruaje tirado por caballos.

• ¡Slow turismo en Alsacia con niños!

Colmar, capital de los vinos de Alsacia, también ama el agua, la de sus canales, donde es agradable navegar entre puentes floridos y casas con entramado de madera y fachadas en tonos pastel. Una visita imprescindible durante tu estancia en Alsacia. Desde el río, la ciudad se revela desde un ángulo pintoresco, entre reflejos coloridos y pequeños patios íntimos. Después de este paseo en barco, no te pierdas el museo Unterlinden: este antiguo convento, convertido en museo, alberga obras de arte de finales de la Edad Media y principios del Renacimiento, entre las que destaca el famoso retablo de Issenheim.

Estrasburgo y Colmar no tienen el monopolio de los mercadillos navideños. La intimista ciudad de Kaysersberg despliega toda su magia cada fin de semana de Adviento, cuando sus callejuelas medievales que conducen al castillo y su puente fortificado se iluminan. A los pies de las murallas de Kaysersberg, una treintena de casetas ofrecen creaciones artesanales únicas, decoraciones de madera, vidrio soplado, joyas, así como sabores imprescindibles de las fiestas de Fin de Año, como el pan de especias. Los conciertos y recitales añaden un toque mágico a la visita.

Y no te pierdas otros mercados auténticos en los pueblos alsacianos de Ribeauvillé, Hunspach o Rosheim.

Con sus numerosas especialidades, Alsacia es una tierra de gastronomía y grandes chefs. Una treintena de buenos restaurantes cuentan con una o varias estrellas Michelin. Entre las paradas gastronómicas que hay que descubrir en Alsacia se encuentran L'Auberge de l'Ill en Illhaeusern, Thierry Schwartz en Obernai, L'Atelier du peintre en Colmar, Le Kasbür en Saverne o Why Not en Estrasburgo.

Visitar el Castillo de Haut-Koenigsbourg es sumergirse en el corazón de la Edad Media y revivir la época de los caballeros y los señores. Encaramado a 800 metros de altitud sobre la llanura de Alsacia, este imponente castillo fortificado ha sido completamente restaurado al estilo del siglo XII, con sus torres, murallas y habitaciones ricamente amuebladas. Admira las impresionantes vistas de los viñedos de Alsacia, los pueblos y el bosque circundante.

Manuscritos medievales, primeros libros impresos, obras eruditas del Renacimiento... En la ruta del vino de Alsacia, al norte de Colmar, la ciudad de Sélestat alberga una biblioteca humanista única en su género. Diseñado por el arquitecto Rudy Ricciotti, el edificio contemporáneo ofrece un luminoso escaparate a la excepcional colección del humanista Beatus Rhenanus, inscrita en el registro internacional «Memoria del Mundo» de la Unesco. Recorre las salas y sumérgete en una historia milenaria del saber a través de documentos de los siglos XV y XVI que reflejan la efervescencia intelectual de la Europa de la época.

A pocos kilómetros de Estrasburgo, el Fuerte de Mutzig, una inmensa fortificación construida a finales del siglo XIX, se extiende sobre 254 hectáreas y cuenta con 22 torretas acorazadas, fosos, casamatas y cerca de 3.000 m² de galerías subterráneas.

En Alsacia se pueden descubrir otros lugares conmemorativos de la Primera Guerra Mundial, como el Historial franco-alemán de la Gran Guerra, situado en el campo de batalla de Vieil Armand, en el macizo de Hartmannswillerkopf, apodado la Montaña de la Muerte por los Poilus.

Muy cerca del fuerte de Mutzig, Mosheim revela otra faceta del patrimonio regional: antigua ciudad universitaria, el pueblo ha conservado varios edificios sorprendentes, como la gran iglesia de los jesuitas, la cartuja transformada en museo o una antigua carnicería de estilo renacentista...

Los viñedos de Alsacia se pueden descubrir en bicicleta siguiendo la Ruta de los Vinos de Alsacia, que parte de Estrasburgo y es una de las más antiguas de Francia. Se puede hacer una parada para disfrutar de una cena inolvidable en medio de los viñedos en el Domaine Sohler Les Vigneronnes, entre el Castillo de Haut-Koenigsbourg y el Mont-Sainte-Odile.

La ruta está salpicada de numerosos pueblos con un paisaje típicamente alsaciano. Entre las joyas arquitectónicas que hay que descubrir, destaca la pequeña ciudad de Eguisheim, donde se puede pasear por el corazón de las murallas, en un laberinto de callejuelas bordeadas de antiguas casas con entramado de madera. Otros tesoros te esperan en el camino. El ayuntamiento de Barr, los castillos alrededor de Scherwiller o la ruta del vino de los Grands Crus alrededor de Riquewihr.

• Paseos por Alsacia durante un fin de semana largo

¿Buscas emociones fuertes en plena naturaleza? Dirígete al bosque de Brumath, al norte de Estrasburgo, y sus recorridos suspendidos. Las emociones fuertes están garantizadas en este parque de aventuras, donde una tirolina gigante te permite volar a ras del agua a lo largo de 340 metros. Para mantenerte seco, te esperan otras aventuras al aire libre entre puentes colgantes, pasarelas y redes repartidas por el corazón de un bosque de robles y hayas.

Con su Museo del Automóvil, Mulhouse atrae a los amantes de los coches de colección, pero esta antigua capital industrial del este de Francia, situada al sur de Colmar, también alberga la Cité du Train. Desde las primeras locomotoras hasta los TGV, pasando por los vagones restaurante y los vagones salón, la epopeya del ferrocarril en Francia no tendrá más secretos para usted.

Para prolongar la visita, el centro de la ciudad seduce con sus casas con entramado de madera y sus fachadas coloridas, a las que responden los murales de arte urbano de las calles cercanas al mercado (el más grande de la región) y del M.U.R., un lugar de expresión artística en constante renovación.

No se llama la Montaña de los Monos por nada: situado en Kintzheim, en la Ruta de los Vinos de Alsacia, muy cerca del Castillo de Haut-Koenigsbourg, este parque zoológico acoge a cerca de 200 macacos de Berbería que viven en total libertad en un bosque de 24 hectáreas. Junto a tus hijos, tendrás el placer de observar de cerca la vida cotidiana de estos sorprendentes primates, en un entorno natural preservado. Justo al lado, en la Volerie des Aigles, debajo del Castillo de Kintzheim, águilas reales, buitres y halcones vuelan sobre vuestras cabezas.

Nada más salir del TGV, tren de alta velocidad, llegamos al barrio del Amphithéâtre, donde los restos subterráneos de un antiguo anfiteatro galorromano conviven con la audaz arquitectura del Centro Pompidou-Metz, reconocible por su espectacular cubierta de madera en forma de sombrero chino. En su interior, 5.000 m² de espacio acogen grandes exposiciones de arte moderno y contemporáneo procedentes de las colecciones parisinas. Y para prolongar la visita, el centro de la ciudad de Metz y su catedral de Saint-Etienne, con 6.500 m² de vidrieras, se encuentran a pocos pasos.

La Voie Bleue ofrece un tranquilo recorrido de 68 km entre Metz y Nancy, ideal para familias y ciclistas principiantes.

Al salir de Metz, la ruta atraviesa estanques y bosques, serpentea por la Ruta del Vino del Mosela hasta llegar a Pont-à-Mousson, donde la abadía de Prémontrés seduce por su elegante claustro y su jardín francés, mientras que el museo Au fil du Papier narra la historia local de la papelería a través de divertidas exposiciones.

Continuando hacia Nancy, la ruta pasa por el Castillo de Dieulouard y la Douëra, notable por su arquitectura oriental, antes de llegar a la capital de Lorena.

En el corazón del barrio Art Nouveau, cerca de la Villa Majorelle y del museo de la Escuela de Nancy, el complejo Nancy Thermal es una invitación al reencuentro con uno mismo. Este complejo, renovado en 2023, ofrece varios espacios dedicados al bienestar, una zona acuática, un spa termal con masajes y baños de hidromasaje y un centro de curas.

Mercados navideños, espectáculos de luz y sonido, tiovivos, pueblos gastronómicos... En diciembre, en Nancy, grandes y pequeños se reúnen en la plaza Stanislas para celebrar a San Nicolás, patrón de Lorena, en un ambiente acogedor y alegre.

Aprovecha para admirar las fachadas del Ayuntamiento, la Ópera-Teatro y el Museo de Bellas Artes que bordean esta plaza construida en los siglos XVII y XVIII por iniciativa del último duque de Lorena y antiguo rey de Polonia, Stanislas Leszczynski. Con sus rejas doradas y sus fuentes de estilo rococó, esta joya arquitectónica declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco conecta el barrio medieval con el Parque de la Pépinière.

En Lorena, los dulces son leyendas locales: las bergamotas de Nancy, caramelos dorados con esencia de cítricos, conviven con los macarons de Nancy, dulces de almendra creados en el siglo XVII por unas monjas benedictinas, y las famosas magdalenas de Commercy. La ciruela mirabel de Lorena, fruta dorada de la región, se presenta en forma de tarta, mermelada, aguardiente o gelatina, ofreciendo en cada bocado un sabor delicado y potente. Y en cuanto a los platos salados, es imposible marcharse de la región sin probar una auténtica quiche lorraine, generosa en nata, huevos y tocino, servida sobre una masa dorada y crujiente.

Verdún, símbolo de la Gran Guerra, se descubre a través de su Memorial inmersivo, que sumerge a los visitantes en el corazón de una de las batallas más trágicas de la Primera Guerra Mundial, y el emotivo Osario de Douaumont, donde descansan miles de soldados franceses y alemanes. La visita continúa en la ciudadela subterránea, donde se organizaba la vida de los combatientes. Por último, el Centro Mundial de la Paz, instalado en el antiguo palacio episcopal de la ciudad, promueve los valores universales de la reconciliación.