5 especialidades de montaña que no debes dejar de probar en los Alpes

Cuando programes en invierno una pequeña escapada en la nieve, entre dos descensos, regálate una pausa gastronómica para descubrir las cinco especialidades de montaña que no debes perderte en los Alpes. ¡Fondue, raclette o crozets te harán la boca agua!

La fondue

¿Cuál es tu mejor recuerdo en la montaña? ¡La fondue, por supuesto! ¿Quién no ha rascado el fondo del recipiente o perdido su trozo de pan entre carcajadas? La fondue es indisociable de las vacaciones de esquí. En Saboya, se prepara con quesos beaufort, abondance y emmental. Se añade vino blanco, ajo para perfumar el recipiente, un poquito de de kirsch, ¡y ya está! Hay otras muchas variantes a base de comté, tomme de Saboya o de morbier. Todo es cuestión de gusto.

La raclette

Es la otra especialidad mítica. ¡La raclette pone todo el mundo de acuerdo, tanto a los amantes de los quesos como a los de charcutería! Esta receta inventada por unos suizos en el siglo XIX ha cruzado la frontera para nuestro gran disfrute. En la actualidad, la raclette se prepara con varios sabores diferentes (pimienta, vino blanco, ajo de oso, fuego con madera de haya…). Al igual que la fondue, permite pasar un momento inolvidable con sus seres queridos y hacer frente al invierno de una forma agradable.

Los crozets

Según cuenta la leyenda, los crozets nacieron en el siglo XVII en el valle de la Tarentaise, en Saboya, a dos pasos del Mont-Blanc. Al parecer, la palabra “crozet” procede del dialecto local “croé”, que significa “pequeño”. Los crozets son unas pequeñas masas de forma cuadrada a base de harina, huevo, sal y agua. Se pueden tomar en sopa, en gratén con queso beaufort e incluso en una versión revisitada de la tartiflette, la “croziflette”. Su pequeño tamaño estaría relacionado con el deseo de las gentes de la montaña de transportar un volumen reducido de alimento en su zurrón durante sus expediciones en las cumbres.

El pastel de Saboya

Ligero como una pluma, este pastel es uno de los símbolos de Saboya. Ideal para acompañar un té, está formado por fécula de patata y/o harina, azúcar en polvo, huevos y un poco de cáscara de limón rayada. Esta especialidad de los Alpes nació en 1358 en Chambéry, con motivo de la reunión diplomática entre el conde Amadeo VI de Saboya y Carlos IV de Luxemburgo. Como anécdota, en aquella época Saboya aún no era francesa. La receta tan ligera del pastel de Saboya es del pastelero Pierre de Yenne.

El brioche con almendras garrapiñadas

Otra especialidad de la montaña que no puede faltar en los Alpes: el brioche con almendras garrapiñadas o brioche de Saint-Genix. Al parecer nació en 1880, imaginado por el pastelero Pierre Labully al que se le ocurrió meter almendras garrapiñadas dentro del brioche. ¡Y fue todo un éxito! El brioche adquiere un hermoso color rosado y se perfuma con un sabor dulce al fundirse las almendras garrapiñadas. El pastelero registró esta creación con su nombre, Pastel Labully. En la actualidad, uno no puede pasar por Saint-Genix-les-Villages sin detenerse en la pastelería Labully para probar este célebre brioche con almendras garrapiñadas.

Cita en los Alpes franceses