Un día en familia en el Mont Saint-Michel

Su silueta es reconocible entre miles: fantástico pueblo suspendido en medio del mar, el Mont Saint-Michel tiene el poder de estimular la imaginación de grandes y pequeños.

Lúdica e inteligente, la visita del Mont Saint-Michel ocupa al menos un día completo. Para los más pequeños, no nos olvidaremos de llevar un portabebé: ¡el laberinto de escaleras y los adoquines son impracticables con un carrito!

10h. Descubrir el Mont desde la bahía

Sea cual sea el camino por el que lleguemos a la bahía del Mont Saint-Michel, su alta silueta se revela en cualquier curva: incluso antes de llegar, los niños ya juegan al escondite con este maravilloso "castillo en el agua" y se divierten buscándolo en el horizonte. ¡Una manera de tenerlos ocupados durante los últimos kilómetros!

Desde el aparcamiento, puedes elegir entre tomar un servicio de transporte que te deja a 200 m de la entrada del sitio o caminar por una plataforma totalmente segura. Un paseo muy agradable de 45 minutos, que nos da la oportunidad de tener tiempo para admirar el Monte antes de entrar. Y es una buena oportunidad para contar a los niños los miles de peregrinos que se dirigen a pie a este lugar... ¡viniendo desde mucho más lejos que nosotros!

11h. Perderse en los callejones

Diminutas escaleras empinadas serpentean entre dos muros. Subiendo, uno sueña con ser caballero. En la esquina de una casa, esperamos la llegada de enemigos imaginarios. Por aquí ningún vehículo circula: los laberintos de calles adoquinadas y cientos de escaleras son un gran patio de recreo para los niños. Con sus puestos medievales y sus gárgolas, el Mont Saint-Michel nos transporta a otra época: ¡mágica!

11h30. Visitar la Maravilla

Es con la mirada hacia arriba que entramos en la abadía de Mont Saint-Michel. Las pequeñas piernas a veces tienen problemas para llegar al final de las escaleras que permiten entrar, pero merece la pena el esfuerzo. Tienes que esperar en las taquillas para comprar tu entrada (gratis para menores de 18 años), pero algunos bancos permiten que los niños descansen un momento antes de lanzarse a la visita de la Maravilla.

La gigantesca nave de la abadía marca el comienzo de una visita fascinante y entretenida para los niños, asombrados por este conjunto que se parece tanto a los castillos de sus cuentos.

El espléndido claustro disfruta de una de las vistas más hermosas del Monte sobre la bahía: detrás de una ventana, observamos todo el panorama. Vertiginoso. Luego descubrimos el scriptorium, la habitación de Huéspedes, el refectorio... ¡hay eco, y las chimeneas son tan grandes que Papá Noel dejará muchos regalos!

13h. Comer una crêpe con vistas al mar

Para el almuerzo, la tradición cuenta que debemos probar la famosa tortilla de la Mère Poulard: en el siglo XIX, esta posadera forjó su reputación con su omelette cocinada a fuego de leña, que se utilizó en todo momento para los visitantes que pasaban por allí. ¡Una tradición que tiene un precio! Más asequibles, decenas de creperías se encuentran dispersas por los callejones, y también harán las delicias de los niños. Con vistas al mar, por supuesto...

14h. Admirar la vista... y las gaviotas

Por miles, sobrevuelan el Mont Saint-Michel: gaviotas y albatros, son actores de esta extraordinaria visita. Desde las murallas, admiramos la inmensa bahía que se pierde de vista, nos divertimos al ver los buses que van y vienen entre el monte y el aparcamiento, al ver a las personas tan pequeñas... y ¡discutimos con las gaviotas! Acostumbrados al hombre, se dejan acercar mucho. ¿Sabes cómo distinguirlas? Las gaviotas tienen cabezas negras, y los albatros son más grandes.

16h. Saborear los pasteles de la madre Poulard

Galletas de limón, galletas bretonas, galletas de caramelo con mantequilla salada... Si la Mère Poulard se hizo famosa gracias a su omelette, actualmente son sus galletas las más populares entre los niños. En los callejones del Mont Saint-Michel, no puedes pasar de largo. Para saborearlas en la merienda y llevarlas a casa...

Después de este hermoso día, es hora de volver a tomar el bus.

Recomendaciones y consejos:
¿Te fascina la vista del Mont-Saint-Michel y el espectáculo de las grandes mareas? Para disfrutar al máximo de este lugar (demasiado a menudo víctima de su propio éxito), un consejo: intenta visitarlo fuera de temporada y en horarios menos frecuentados para evitar las aglomeraciones. Recuerda que la bahía que rodea el Mont-Saint-Michel es una zona ecológica excepcional y frágil, tanto en flora como en fauna. Pon tu granito de arena para ayudar a preservar este maravilloso entorno. Opta por una movilidad suave para llegar al lugar (a pie, en bicicleta...), por tu propia seguridad no te salgas de los senderos señalizados, pero también para evitar la erosión y respetar las especies. No te olvides de cultivar la buena costumbre de Residuo Cero. Por último, date un capricho con los productos de temporada de los productores locales, garantía de frescura y sabor. ¡Pásalo en grande en el Monte Saint-Michel!


Para saber más:

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Cita en el Mont Saint-Michel, en Normandía