Bajar la temperatura
En el siglo XIX, el champán se bebía "frappé", es decir, muy fresco, a unos 2 o 3 grados, para reducir el sabor dulce del vino. Hoy en día, las casas de champán recomiendan degustarlo entre 6 y 10 grados. Para refrescarla, la botella se sumerge en un cubo de champán lleno de agua fría y cubitos de hielo. También se puede añadir un puñado de sal para acelerar el proceso de enfriamiento.
Dejar que las burbujas se expresen
Contrariamente a la tradición de pedir "una copa", el champán se disfruta en un vaso en forma de tulipán para permitir que las burbujas evolucionen y los aromas se expresen. Preferiblemente en cristal, más fino, más liso y más transparente. Por último, se recomienda sujetar la copa de champán por el pie para no calentar su contenido.
Hacer saltar el corcho (con precaución)
Descorchar una botella de champán también sigue una ceremonia muy precisa. En primer lugar, se recomienda asegurarse de que no se ha agitado. Empezamos quitando el morrión o armadura de alambre al mismo tiempo que retiramos el papel de aluminio que rodea la tapa y el cuello de la botella. La botella se inclinará ligeramente y el corcho se mantendrá en el pliegue entre los dedos pulgar e índice antes de girar suavemente la botella para soltar el corcho. Para este último paso, es posible utilizar una pinza para champán.
A las armas
Para impresionar en una asamblea, también puede optar por decapitar una botella de champán. Esta práctica proviene de los húsares de la Guardia Republicana, que celebraban sus victorias decapitando las botellas con sus espadas. Simplemente sostenga la botella por el cuerpo con una mano mientras la hoja de la espada se desliza con la otra mano hasta que golpee el anillo de la botella. Es aconsejable utilizar una botella bien fría para evitar demasiada presión y espuma al abrirla.
Hacerlo una y otra vez
La botella de champán se sujeta de dos maneras: en medio y con toda la mano o por su fondo hueco. El champán se sirve cerca de la copa para limitar la formación de espuma, pero también para favorecer la aparición de una elegante cadena de burbujas. Las copas se llenan solo a la mitad, en dos o tres veces. ¡Chinchín!
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