¿Y si la magia estuviera donde los pasos se vuelven más pausados? En Alsacia, algunos pueblos esconden mercados navideños que solo conocen los habitantes: artesanía local, callejuelas doradas, sonrisas de invierno y guirnaldas que velan hasta tarde sobre las casas. Siete invitaciones a explorar Alsacia de otra manera: más íntima, más local, más luminosa.
Bergheim: Navidad en un pueblo fortificado
Bergheim, France

Protegido por sus murallas medievales, Bergheim despliega un mercado a su imagen: acogedor, elegante y cargado de historia. Al caer la noche, las fachadas del pueblo se iluminan con farolillos dorados y los habitantes siguen el camino de los belenes, un recorrido mágico a través de patios, graneros y porches. En este auténtico escenario, nos encontramos con viticultores, ceramistas y cuentacuentos que reviven las Navidades de antaño. Un remanso de paz, alejado del bullicio.
Bouxwiller: el discreto encanto del norte de Alsacia
Bouxwiller, France

En el corazón del País de Hanau, Bouxwiller se ilumina desde las primeras noches de diciembre. Las casetas se refugian entre las casas con entramado de madera, la música suena suavemente en las callejuelas empedradas y el aroma a canela se escapa de los hornos de bredeles. Los artesanos locales presentan sus creaciones: cerámica, joyería, decoraciones de madera tallada. Aquí no hay multitudes ni grandes decorados: solo la calidez de un pueblo que perpetúa la Navidad con sencillez y generosidad.
Altkirch: el bosque encantado del Sundgau
Altkirch, France

Aquí, la naturaleza se cuela en la ciudad. Cada invierno, el Bosque Encantado invade las calles y transforma la ciudad en un cuento luminoso. Esculturas gigantes, instalaciones mágicas y criaturas míticas dan vida a las leyendas del Sundgau. Los niños siguen los senderos mágicos, los padres saborean un vino caliente bajo los abetos centelleantes. Entre arte, luz e imaginación, Altkirch ofrece uno de los mercados más poéticos del sur de Alsacia.
Sélestat: donde la historia del abeto tiene sus raíces
Sélestat, France

La mención más antigua del árbol de Navidad se remonta a 1521, un motivo de orgullo que la ciudad de Sélestat celebra cada invierno con dulzura y elegancia. Su centro histórico se ilumina, los escaparates relatan la historia del abeto a lo largo de los siglos y, en la iglesia de Saint-Georges, un bosque suspendido de árboles decorados invita a la contemplación. Entre cultura, memoria y asombro, la tradición se convierte en pura emoción.
Hunspach: Navidad al otro lado del bosque
Hunspach, France

Clasificado entre los Pueblos más Bellos de Francia, Hunspach se envuelve en una luz blanca, casi nevada. Las ventanas se iluminan, las voces se alzan y todo el pueblo se reúne para revivir la Navidad de antaño. En sus estrechas calles nos cruzamos con niños bien abrigados, artesanos locales y vecinos orgullosos de transmitir sus tradiciones. Un mercado auténtico, a escala humana, donde el tiempo parece haberse detenido.
Molsheim: un corazón histórico que se ilumina
Molsheim, France

Lejos de sus zonas industriales y sus arterias más modernas, Molsheim revela un centro histórico lleno de encanto en cuanto se encienden las luces de diciembre. Alrededor de las fachadas renacentistas y las antiguas callejuelas, el mercado navideño adquiere un aire íntimo: casetas agrupadas frente a la Chartreuse, aromas de especias y vino caliente, coros improvisados al abrigo de los porches. Un lugar donde se disfruta de un ambiente acogedor, casi local, en el que se puede pasear entre artesanos, talleres medievales y animaciones de época. Una Navidad sencilla, cálida, muy «centro de la ciudad de Alsacia», para descubrir sin prisas.
Quatzenheim: una pequeña joya al borde del Kochersberg
Quatzenheim, France
Una vez al año, las granjas de Quatzenheim abren sus puertas para convertirse en las Granjas de Navidad. Detrás de cada puerta hay una sorpresa: velas, tejidos, mermeladas, pequeños objetos hechos a mano. El ambiente es familiar, las risas resuenan, los niños corren de un granero a otro. Aquí se respira la sencillez de las Navidades de antaño, vividas en el corazón del pueblo, entre el aroma de la madera caliente y el vino especiado.
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¿Y si la mejor manera de vivir la Navidad fuera celebrarla con delicadeza? Opta por el tren o los autobuses regionales, elige una estancia entre semana para evitar las aglomeraciones, apoya a los artesanos locales y respeta la tranquilidad de los habitantes: eso también es una Navidad acogedora y responsable.

Por Faustine François
Curiosa y dinámica, Faustine disfruta tanto coordinando equipos editoriales como entrevistando a personalidades sobre el terreno. Viajar es su mayor motivación.









