En 1666 se construyó el Canal du Midi, con una extensión de 240 kilómetros, el cual unía las ciudades de Toulouse y Sète a través del río Garona. Actualmente es el canal navegable más antiguo de Europa.
La historia del Canal du Midi
Voltaire, el gran poeta romántico francés, aseguraba que el Canal du Midi era la obra de ingeniería civil más grande que se había construido desde la época de los romanos.
El Canal du Midi se construyó con un fin puramente comercial, ya que en esa época el transporte fluvial de mercaderías era el medio más rápido. Este increíble proyecto arquitectónico tuvo una larguísima vida de doscientos años hasta la llegada del ferrocarril. No obstante, nunca quedó en el olvido ya que el turismo cambió el uso del canal.
Esta gran obra de ingeniería de esclusas hidráulicas, con sus 126 puentes, dio lugar a que en 1996 fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Como dato histórico, cabe destacar que el Canal du Midi se comenzó a construir en 1666 bajo la dirección de Pierre-Paul Riquet. El coste económico del canal ascendió a 17 millones de libras de la época, de los cuales el 80% fue aportado por el rey de Francia y la provincia y el 20% restante salió de los bolsillos del propio Riquet.
La duración de este gran proyecto del sur de Francia alcanzó los 15 años, empleando a más de 12.000 trabajadores. Fueron muchos los accidentes geográficos que tuvieron que sortear los arquitectos, por los grandes desniveles a la hora de conectar ríos. Uno de los episodios más trágicos fue en 1766, cuando la villa de Capestang quedó completamente inundada por una brecha en el canal.
El Canal du Midi recorre 241 kilómetros, conectando Toulouse y Sète. La profundidad de los canales es relativamente baja, de solo 2 metros (y 20m de ancho), con lo que los barcos turísticos pueden tener una navegación muy cómoda. Durante todo el trayecto las embarcaciones tienen que sortear 63 esclusas que se reparten por todo el canal.

La casa del inventor del Canal du Midi
Visita el Domaine de Bonrepos-Riquet, una elegante finca situada en el pequeño valle de la Garenne, donde se conserva la memoria de Pierre-Paul Riquet, el visionario ingeniero e inventor del célebre Canal du Midi. Fue en este lugar, rodeado de colinas y naturaleza, donde Riquet llevó a cabo, durante cerca de diez años, sus experimentos a escala real sobre el abastecimiento de agua, una etapa fundamental en la concepción de su monumental proyecto.
Durante tu visita, podrás descubrir la residencia señorial del siglo XVII, su Orangerie, el extenso parque y los jardines históricos, así como los curiosos “estanques de prueba”, utilizados para simular el sistema hidráulico del canal. Te recomendamos optar por la visita guiada, que ofrece un recorrido apasionante por la vida y las ideas de Riquet, al tiempo que permite comprender cómo, desde este rincón del Lauragais, nació una de las obras de ingeniería más admirables de Europa.

Turismo fluvial por el Canal du Midi
Recorrer el Canal du Midi es una experiencia inolvidable, aunque requiere tiempo. No hay una zona más bella que otra, pero una de las rutas más populares es la que une Carcasona con Béziers. Si se dispone de una semana, lo ideal es comenzar en Capestang, un punto estratégico que permite navegar tanto hacia el este como hacia el oeste. Esta localidad, situada a tres horas de Barcelona, tiene raíces prehistóricas y fue transformada por romanos y visigodos, lo que se refleja en su patrimonio histórico.

A lo largo del canal abundan los restaurantes y bodegas donde disfrutar de los vinos del Languedoc. Entre ellas destaca la Bodega de Castigno, en Saint-Chinian, una visita imprescindible para los amantes del vino. Su edificio, obra del arquitecto Lionel Jadot, está recubierto de corcho y diseñado con forma de botella vista desde el aire. Además de catar sus vinos, se puede comer en sus restaurantes o comprar directamente sus productos.
Una semana es el tiempo ideal para combinar la navegación con excursiones por los pueblos y paisajes colindantes. Desde Capestang, la elección del rumbo dependerá del tipo de experiencia deseada. Quienes busquen calma y encanto medieval deben navegar hacia Carcasona, cuya ciudad amurallada, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, ofrece un viaje al pasado entre murallas, callejuelas y vistas impresionantes.

En cambio, si se prefiere un ambiente más dinámico y urbano, la dirección ideal es Béziers o incluso Toulouse. Béziers combina historia y patrimonio con atractivos como el puente medieval Pont-Vieux y las nueve esclusas de Fonséranes, símbolos emblemáticos de la ciudad. Toulouse, conocida como la “Ciudad Rosa” por el tono de sus edificios de ladrillo, es un vibrante centro cultural y gastronómico que ofrece una excelente opción para finalizar el trayecto.
El Canal du Midi, con su mezcla de naturaleza, historia, vino y cultura, es un destino perfecto para recorrer en pareja, con amigos o en familia, disfrutando a un ritmo pausado de la esencia del sur de Francia.
Por Álvaro Laforet
Fotógrafo y periodista








