Si hay algo que sorprende a cualquier visitante del archipiélago de San Pedro y Miquelón es el colorido de sus casas. La prueba está en estas fotos.
El lado urbano de Saint-Pierre
Aunque hay algunos edificios de construcción en Saint-Pierre, la ciudad sigue estando formada en su mayoría por casas de madera, a menudo muy coloridas, que recuerdan a ciertos países nórdicos como Finlandia o incluso Groenlandia y Canadá.
Casas de madera
Los bosques del archipiélago no permiten la explotación de la madera: los árboles son pequeños y crecen muy lentamente. Por ello, la madera de las casas procede principalmente de Canadá o del este de Estados Unidos. Ya en el siglo XIX, cuando se construyeron las casas más antiguas de la zona, las tablas de roble, haya, arce y cerezo llegaban a Saint-Pierre en barco. La construcción de casas de madera era también una opción económica, siendo este material mucho más barato que la piedra o el ladrillo.
Espíritu hygge
Las casas de Saint-Pierre-et-Miquelon son todas diferentes pero forman un conjunto homogéneo. Todas son de tejas, con ventanas sin contraventanas pero (casi) siempre decoradas con cortinas estampadas. La entrada es por el tambor, una pequeña esclusa típica, donde uno puede quitarse los zapatos y el abrigo sin que entre el frío en la casa.
La casa gris
La casa gris fue en su día una salina: un almacén donde los pescadores podían guardar sus equipos. Ahora alberga la parte del museo de Ile aux Marins dedicada a los doris, las embarcaciones tradicionales.
Atreverse con los colores
Anteriormente, para protegerla, la madera de puertas y ventanas se recubría con pintura hecha de ocre rojo o amarillo mezclada con... aceite de hígado de bacalao. Este aceite, temido por los niños de la época, era abundante, ya que el bacalao era uno de los pescados más capturados entonces. En cuanto a los colores vivos de las casas de San Pedro y Miquelón, datan de los años 50: los habitantes utilizaron los restos de la pintura destinada a los barcos para repintar sus casas.
¡Siempre más color!
Fachada morada y marcos de ventanas en verde. Fachada roja y puerta blanca. Naranja y azul, amarillo y verde, verde y naranja, morado y rosa, azul y blanco... Los habitantes de Saint-Pierre están encantados de desplegar colores vivos por toda la ciudad, a veces intentando hacer combinaciones atrevidas. Sin duda, el invierno es más dulce cuando se pinta en color, ¿no?
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Por Madame Oreille
Soy fotógrafa y viajo por todo el mundo. En mi blog, comparto mis consejos de fotografía y mis historias de viajes.