La crepe es LA especialidad bretona, un pequeño placer gourmet para saborear dulce o salado, en un momento o en la mesa de una de las muchas creperías de Bretaña. Tradiciones, recetas y una maníta... Te contamos todo, todo y todo sobre este tesoro de la gastronomía bretona.
¡Vivan las cruzadas!
Mientras que las primeras galettes confeccionadas a base de agua y cereales y horneadas en piedra caliente datan de 7.000 años antes de nuestra era, en Bretaña, el crepe apareció en el siglo XIII. El sarraceno, un trigo negro traído de Asia a Francia después de las Cruzadas y cuyo cultivo se adaptó bien al clima bretón, se convirtió en el ingrediente principal.
Un bello rizo
En bretón, crêpe se dice “Krampouezenn” (krampouezh en plural). En francés, la palabra crêpe proviene del latín “crispus”, rizado. Cuando se dosifica correctamente y se sella en caliente, un cazo de hermosa pasta líquida adquiere ese aspecto rizado en cuestión de segundos que le da su nombre original. El “crispe” se convirtió en crepe, ¡pero podría haberse llamado la rizada!
¿Crepe o galette?
Los propios bretones no siempre están de acuerdo, pero ¡cuidado con los que confunden las crepes y las galettes! En la crepe, saboreada sobre todo dulce, la harina de trigo blanco y la leche han sustituido al trigo sarraceno y al agua. También se añaden los huevos. Las galettes, hechas de agua y trigo negro (el otro nombre para el trigo sarraceno), se comen sobre todo saladas. En ambos casos, el mosto y la sidra bretona son bienvenidas.
Sol en el plato
Celebrada el 2 de febrero, 40 días después de Navidad, la Candelaria (La Chandeleur) o fiesta de las velas (fête des chandelles) según la tradición religiosa, se ha convertido en la fiesta de las crepes. Se dice que en Roma, en el siglo V, el Papa Gelasio I reconfortó a los peregrinos con crepes, símbolo del retorno del buen tiempo y de las cosechas abundantes. Es cierto que con su redondez dorada, las crepes evocan luz, sol y primavera… aunque en Bretaña se pueden comer durante todo el año.
Bilig, rozell y remover
Para conseguir crepes como en Bretaña, es mejor tener el equipo adecuado. El bilig (o pilig) es la placa circular de hierro fundido sobre la que se confeccionan las crepes, también conocida como crepera, tuile o galettière. Se utiliza con un pequeño rastrillo de madera en forma de T, el rozell, para extender la masa y una espátula, el spanell, para girar la crepe. Parece fácil, pero para lograr una crepe fina y regular, ¡necesitas tener buena mano!
96 cm de felicidad
Entre 33 y 55 cm para las más grandes… El tamaño de una crepe varía según el diámetro del bilig. Desde 2004, Gourin, en el centro de Bretaña, organiza cada verano el Concurso mundial de la crepe con un bilig gigante de… 1,02 m. El récord a batir: ¡una crepe de 96 cm hecha en 2005! ¿Alguien da más?
Mantequilla-azucar o galette-salchicha
El crepe “mantequilla-azúcar”, siempre con manteca salada de Bretaña, es la favorita de los puristas. Aquellas aderezadas de la divina mantequilla salada bretona, mermelada o chocolate también deleitarán a los golosos. La Complète (huevo, jamón, queso) es la reina de las galettes. Para satisfacer a los comilones, no hay nada mejor que una galette salchicha, que se vende en todos los mercados de Bretaña.
Dentelle y Suzette
Del olvido de una crepe en el bilig, en 1886, nació la receta de la crepe dentelle. Muy hecha, luego envuelta 8 veces alrededor de la espátula, esta crepe crujiente se convirtió en el buque insignia de la fábrica de galletas Loc Maria en Quimper, que le dio el nombre de Gavotte. La crepe Suzette, con buen sabor a azucar, naranja y flambeada por inadvertencia, fue inventada en la Costa Azul cuando Eduardo VII, futuro rey de Inglaterra, conquistado por esta fortuita creación, le dio el nombre de su pareja.
Salto peligroso
Felicidad, prosperidad y fertilidad. Hacer saltar la crepe para darle la vuelta en una sartén el 2 de febrero apretando una moneda de oro en la mano izquierda es una tradición que se remonta a 15 siglos atrás y está llena de deseos. Pero sin entrenamiento, ¡cuidado con las caídas!
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Por Pascale Filliâtre
Periodista y viajera.
A menudo, he ido hasta la otra punta del planeta para encontrar lo que Francia nos ofrece… justo al lado. filliatre.pascale@orange.fr