Francia desde el agua

Inmensos y muy variados, los 8.500 km de canales que forman la red francesa unen los cinco principales ríos del país (Sena, Loira, Garona, Ródano y Rin) mediante una serie de vías perfectamente practicables.

Recorriendo Francia desde el agua podemos encontrar serenidad, tranquilidad y unos paisajes excepcionales… A bordo de una pequeña gabarra la vida transcurre lentamente, nunca a más de 10 km/h, hasta el punto de que nos olvidamos rápidamente de los relojes y los móviles. A ese ritmo podemos relajarnos, leer, tomar el sol, preparar tranquilamente la comida o jugar a las cartas. Es además ideal para disfrutar en familia.

Si nos gusta la naturaleza, no nos cansaremos de la tranquilidad de las orillas salvajes del Doubs. Nos encantará deambular en una barca de fondo liso por el laberinto líquido de la marisma Poitevin, al norte de La Rochelle, o sorprender a los flamencos rosas y a los caballos salvajes en la Camarga, en la Provenza.

El Canal du Midi, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es una gran obra de ingeniería de esclusas hidráulicas, con sus 126 puentes.

En Amiens, nos sorprenderá la maraña de canales alrededor de los hortillonnages: creados por los romanos hace 2.000 años en los brazos pantanosos del río Somme, donde estas parcelas de tierra cultivada todavía dan tres cosechas al año.

Navegando por el Sena, las ciudades adquieren una singular majestuosidad. Verdadera avenida, el Sena ordena de forma magistral los más prestigiosos monumentos de París (la catedral de Notre-Dame, el Louvre, la torre Eiffel...).

En Estrasburgo, el barrio de la Petite France, recorrido por un dédalo de canales, ha conservado sus puentes cubiertos medievales y sus casas con entramado de madera decoradas con flores.

La jornada en un barco de recreo por el Canal du Nivernais se vive al ritmo del paso de las esclusas. Los aprendices de marineros tratan de que el barco no choque con las paredes de la esclusas. Los más experimentados aprovechan la oportunidad para hablar con el esclusero sobre la evolución reciente del transporte fluvial.

Una vez en tierra, podemos seguir nuestro recorrido a pie o en bicicleta por los caminos de sirga, visitar los pueblos o simplemente charlar, caminar, pedalear o estirar las piernas cerca de la embarcación.