Escapada de fin de año en tren a Aix-en-Provence

David Rocaberti, ganador de nuestro concurso fotográfico Instagram #ProvenzaMonAmour organizado en el marco del Festival "Bonjour Granada" de la Alianza francesa de Granada. Nos cuenta de primera mano su experiencia en la ciudad de Cézanne.

Ubicada en el corazón de su región homónima, y conocida por su arquitectura impresionante, su rica historia, su arte y su cultura, esta ciudad te mantendrá ocupado durante al menos dos intensos días. Señorial, clásica y moderna al mismo tiempo; respetuosa con el medio ambiente. Segura, con buen tiempo durante todo el año. Todos estos adjetivos definen a Aix-en-Provence.

Viajar en tren al sur de Francia desde Madrid

Hace tiempo que perdí la cuenta de las veces que he montado en avión. Tengo que confesar que soy una de esas personas que llegan al aeropuerto con muchísima antelación ante la posibilidad de que ocurra algo que les haga perder el vuelo. Es por ello por lo que me alegré profundamente de que mi viaje a Aix-en-Provence fuera en tren gracias Renfe (Enlace externo) y así poder presentarme con tan sólo unos minutos de antelación en la estación de Atocha en Madrid. El ferrocarril es un medio sostenible, cómodo, y desde el desarrollo de la alta velocidad, puntual y seguramente más conveniente que cualquier otro en corta y media distancia. Si a todos estos factores sumamos el coste medio del billete, podemos concluir que viajar a algunos puntos de Francia en tren desde España, es un lujo al alcance de muchos.

Visitar Provenza en invierno

La gente suele viajar a La Provenza en verano; de hecho, muy probablemente la primera imagen que nos viene a la mente al pensar en la región es un campo de lavanda en plena temporada estival. Bueno, pues el que suscribe estas líneas, en su afán de llevar la contraria al mundo, viajó durante el puente de diciembre, y tuvo el placer de explorar la ciudad durante los últimos días del otoño, disfrutando del color ocre de las hojas y del espectáculo de luces que anuncian la llegada de las fiestas de Navidad. Una opción diferente para una ciudad que se puede disfrutar en cada una de las cuatro estaciones.

La elección de la época fue tremendamente acertada: hay algo realmente mágico en el ambiente navideño de esta localidad provenzal, que cada año se engalana con esmero para alegrar las noches más largas del año con una elegante iluminación en todas las zonas del centro urbano.
La luz justo después del atardecer (en ese momento efímero en el que el día no es noche y la noche no es día), mezclada con las alegres luces navideñas es como un imán para todos los que disfrutamos haciendo fotos. Las angostas calles rebosan de actividad, dando la impresión de como si todos los ciudadanos se pusieran de acuerdo para salir a la calle en ese momento y celebrar la llegada de las añoradas fiestas en las que nos reencontramos con nuestros seres más queridos. Para dar aún más ambiente, hay mercadillos navideños por toda la ciudad, entre los cuales no deberíamos dejar de visitar el Marché de Noël, que es el mayor de la ciudad con más de 60 puestos y se celebra cada año puntualmente durante el mes de diciembre en la Plaza de la República.

Durante esos días en las calles de Aix-en-Provence hay cabida para todos: atracciones de feria harán disfrutar a los más pequeños de la casa, y numerosas tiendas, bares, terrazas y puestos de comida de temporada amenizarán la espera de los respectivos progenitores. La oferta es variada, pero en mi caso personal, una irresistible de fragancia de castaña asada me trasladó a mi infancia de inmediato, a tiempos en los que todo carecía de importancia. Ni que decir tiene que di cuenta de una buena docena de humeantes frutos secos mientras reflexionaba lo curioso que puede llegar a ser como algunos olores en particular, nos pueden llevar a rincones de nuestra memoria que creíamos olvidados.

Una ciudad verde

Un factor reseñable de la ciudad es que es realmente cómoda para ir a pie o en bicicleta; su orografía es mayormente plana, y por tanto sencilla de recorrer. Se trata de una de esas localidades que no son demasiado grandes y en las que se disfruta de todos los servicios de una ciudad de mayor tamaño. Nuestro alojamiento, el Hotel Boutique Cezanne (Enlace externo) es acogedor y agradable para visitar Aix-en-Provence.

Su centro está compuesto por un entramado de calles estrechas, con casas de aspecto señorial, con vistosas fachadas pintadas en alegres tonos anaranjados, del tipo de las que se pueden encontrar en el Rosellón, o en la vecina Cataluña. Su ambiente es señorial, pero al mismo tiempo el colorido de sus construcciones nos da una idea de que nos encontramos en el sur de Europa. La red de transporte llega a cualquier rincón y está integrada en su totalidad por vehículos eléctricos. Esta política demuestra que ecología y la sostenibilidad no son dos meras palabras que los políticos integran en sus promesas electorales y forman parte de una realidad respetuosa con el medio ambiente.

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Como ya hemos señalado, Aix-en-Provence es conocida por su singular mezcla de estilos arquitectónicos. Pasear por sus calles estrechas y sus hermosas plazas invita a imaginar tiempos pasados, cuando las damas usaban amplios vestidos confeccionados en tejidos traídos de oriente y los caballeros llevaban elegantes capas y sombreros de copa. En este aspecto, la catedral de San Salvador (Saint-Sauveur) es sin duda uno de los edificios de los más destacados de la localidad, y en mi opinión, de obligada visita. Construida a partir del siglo V sobre un antiguo templo romano, ha ido adaptándose al paso del tiempo con su singular mezcla de estilos románico, gótico y barroco. La imponente fachada hace presagiar el grandioso interior que nos encontraremos, en el cual destacan:

  • Las diferentes capillas, entre las que destaca la del Santísimo (donde contemplaremos una magnífica pintura del mismísimo Rubens).
  • El majestuoso retablo tallado en madera del altar mayor, obra de Nicolas Froment, en las que se aprecian escenas de la vida de San Salvador.
  • Las distintas esculturas.
  • El órgano, que data del siglo XVIII y cuenta con más de 4.000 tubos.
  • Las magníficas vidrieras.
  • El impresionante baptisterio, que pone la guinda al pastel de una catedral digna de una capital europea.

Un museo a cielo abierto

Mención aparte tiene la oferta museística, a mi juicio realmente increíble para tratarse de una localidad con una población que no llega a los 150.000 habitantes. Habiendo sido el lugar de residencia de Paul Cézanne, la ciudad respira arte por los cuatro costados.
Como visitas imprescindibles se encuentran:

  • El taller del citado maestro Cézanne.
  • El centro Caumont, en cuyo palacete podremos encontrar un bonito jardín, una gran retrospectiva de la obra de Ives Klein y una reproducción costumbrista de elegantes salas tal y como se encontraban en el siglo XVIII.
  • El Museo Granet, compuesto por un compendio de exposiciones permanentes formadas por obras de grandes maestros (incluyendo por su puesto una sala entera dedicada a Cézanne y pinturas de Rembrandt o Picasso entre otros tantos), una impresionante colección de escultura y exposiciones temporales de artistas de la talla de mi admirado David Hockney.

Para hacer más sencilla la visita, la oficina de turismo dispone de un paquete muy interesante llamado city pass (Enlace externo) , válido por 24, 48 o 72h. Incluye todo uso de trasporte público y las entradas a todos los museos y a los principales puntos de interés de la ciudad. Sin duda es la mejor opción para exprimir todo el tiempo que pasemos en una ciudad que para mí ha supuesto una grata sorpresa.

A modo de conclusión te recomendaría que, si tienes pensado hacer un viaje por el sur de Francia, incluyas Aix-en-Provence en tu itinerario. A mí ya sólo me queda volver en verano, la mejor época para hacer una visita a los campos de lavanda en flor.


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Cita en Aix-en-Provence, Provenza