Le Havre-Étretat, dos lugares de moda

Le Havre y Étretat son dos destinos que se dan la mano en una de las zonas más espectaculares de Normandía. Ambas ciudades se retroalimentan para ofrecer desde arquitectura impresionista hasta el litoral más salvaje.

Le Havre, un "Manhattan sobre el mar"; así la describieron muchos periódicos cuando esta ciudad francesa fue incluida en 2005 como Patrimonio Mundial de la Unesco gracias a su centro reconstruido con espectacular maestría. Un honor que se debe al arquitecto Auguste Perret, cuyo dominio del hormigón convirtió Le Havre en pura poesía urbanita tras ser destruida al 80% (casi en su totalidad) durante la Segunda Guerra Mundial.

Para comprender la arquitectura de una ciudad que respira impresionismo por los cuatro costados son parada obligatoria la iglesia de Saint-Joseph (con sus 12.768 vidrieras multicolor), la plaza del ayuntamiento, la avenida Foch, visitar el apartamento piloto (escaparate del estilo de vida y de los creadores de los años cincuenta) y la Maison du Patrimoine (Enlace externo) , centro de información de arte de la ciudad. También llamada la “ciudad de los arquitectos”, Monet compartió con nosotros su extraordinaria percepción de un amanecer brumoso en el puerto de Le Havre en su obra ‘Impresión, sol naciente’.

De ahí que la oficina de Turismo de la ciudad proponga un circuito a pie por los lugares que inspiraron a varios genios de la pintura como Pisarro o Boudin. Aunque parezca imposible, los espacios verdes florecen con maestría entre el majestuoso hormigón de Le Havre. Pasea por sus Jardines Colgantes y su Jardín Japonés, situado cerca del Gran Puerto Marítimo de la Ciudad. ¿Tienes hambre? Termina la jornada paseando por su mercado central (especial atención a su café recién tostado y a la excepcional arquitectura de La Maison de l’Armateur, situada frente a él) donde podrás encontrar los mejores productos locales. Si lo prefieres, reserva mesa en Jean-Luc Tartarin, restaurante homónimo del chef con dos estrellas Michelin que mezcla con maestría la cocina tradicional con la de vanguardia.

Le Havre: poderoso espíritu urbano

La ciudad mantiene viva la llama de la celebración del 500º aniversario de su nacimiento (2017) con la propuesta Un été au Havre (Enlace externo) . Un programa de actividades que se basa en la singularidad, la originalidad y la marcada impronta impresionista que dejaron en ella los arquitectos Auguste Perret, Oscar Niemeyer y Jean Nouvel. Visita obligada al MuMa (Enlace externo) (Museo de Arte Moderno André Malraux), que se encuentra en la entrada del puerto.

Étretat: refugio de artistas y nobles

AdobeStock 274740155



Fue la pluma de Alphonse Kaar, novelista y periodista de ‘Le Figaro’ la que puso a esta ciudad en el mapa mediático. “Si tuviese que enseñar el mar a un amigo por primera vez, elegiría Étretat”, escribió con singular acierto. Situada a 30 kilómetros al norte de Le Havre, personalidades como Jérôme Bonaparte, Jules Michelet o Félix Faure la convirtieron en su refugio gracias a su salvaje y difícil acceso durante el siglo XIX.

Sus acantilados de roca caliza blanca fueron elogiados por el escritor Guy de Maupassant al comparar el de Amont con un elefante que sumerge su trompa en el agua. Accesible a pie, este acantilado presenta en su cima una capilla, la de Notre-Dame de la Garde, dedicada a la Santa Virgen y en homenaje a los bravos marineros que se jugaban la vida cada vez que embarcaban y dejaban el puerto atrás.

Cerca de allí, se alza un monumento (una flecha de 24 metros de altura) en honor de los aviadores Charles Nungesser y François Coli que fueron vistos por última vez sobrevolando los acantilados de Aval y Amont cuando intentaron realizar la travesía del Atlántico de Europa hacia Estados Unidos a bordo del avión Oiseau blanc en el año 1927. A los pies de dichos acantilados, y cuando la marea baja, se pueden contemplar las huellas de los parques ostrícolas. No obstante, durante el siglo XVIII las ostras que degustaba la reina María Antonieta eran cultivadas aquí antes de ser enviadas al palacio de Versalles. Su playa, enmarcada entre los acantilados de Aval y Amont, presenta los guijarros más pequeños de la costa de Alabastro, prácticamente redondos y perfectamente pulidos. Decorado perfecto, desde Semana Santa hasta noviembre, para practicar deportes como el surf o vela en un paraje natural inigualable.

Sin embargo, Étretat es mucho más que arena y sal. No te despidas de la ciudad sin haber visitado, al menos, el museo Clos Lupin, la casa del escritor Maurice Leblanc, los maravillosos jardines de Étretat, el impresionante castillo de Aygues y, por supuesto, su famosísimo mercado cubierto.

Cita en Le Havre, en Normandía